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Martí Gironell: “Era un reto explicar con palabras las fotografías”

El periodista y autor Martí Gironell regresa para hacernos disfrutar de una historia épica, heroica y delicada hecha de recuerdos y secretos inolvidables. En esta ocasión nos adentra en la vida del fotógrafo ambulante Valentí Fargnoli, que en las primeras décadas del siglo XX, con su bicicleta recorrió el país retratando la vida desde la costa hasta la montaña pasando por los pequeños pueblos y las grandes ciudades. A través de sus imágenes construye una memoria personal y colectiva de gran valor. Su trayectoria le lleva incluso a fotografiar la boda de Alfonso XIII, algo que le cambiará la vida para siempre. Gracias a El Fabricante de recuerdos ha conseguido el Premio Prudenci Bertrana de novela.


¿Cómo llegas a esta historia?

Llega a partir de una foto de él. La vi hace muchos años en mi pueblo y me quedé con la firma. Al cabo de unos años he ido viendo muchas fotos de él y, cuando estuve documentándome entendí que el trazo de la firma se hacía en placas de vidrio en donde se tenía que firmar al revés y ahí no se podía hacer una caligrafía perfecta. Estuve viendo fotografías de la época y de la gente y me di cuenta que tenían algo mágico que te cautivaban. Siempre pensé que iba a escribir algo de Valentí Fargnoli y de las historias que te evocan los personajes y sitios que reflejan estas fotos. Fui recopilando la suficiente información para crear un relato veraz, verosímil e increíble sobre la figura de un fotógrafo ambulante a principios del siglo XX.

El lector va a poder ver esas fotografías a través de tus palabras

Para mí hacer esto era un reto porque lo que él hace es reflejar la realidad en una fotografía. Yo de estas fotografías intentaba exhumar las historias que hay detrás, te las puedes inventar o imaginar a partir de documentar aquel sitio y momento. Era un reto explicar con palabras las fotografías. Estuvimos tentados de incluir al final del libro un álbum de fotos, pero decidimos que no porque la historia ya se contaba de una manera muy gráfica.

La realidad entremezclada con la ficción es clave dentro de esta novela

Exacto. Te encuentras que en su biografía hay un par de lagunas que tú puedes remendar y rellenar con imaginación y ficción. Esto para alguien que hace novela histórica es un regalo porque hablas con gente que conoció su obra y su biografía y les pides permiso para plantear lo que plantea la novela. Cuando ves que te dan permiso y te la bendicen es fantástico.

Valentí conoce a mucha gente normal y a gente con mucho poder. Eso le lleva a Madrid, a tener una distinción especial para fotografiar la boda real de Alfonso XIII con Victoria Eugenia. Estas fotos nunca han visto la luz y, justo al cabo de unos días de producirse el atentado él desaparece. Desde 1906 a 1908 está en Argentina y vuelve cuando todo ha regresado a la normalidad y nadie se acuerda del atentado. Te preguntas qué es lo que pasó. Te aprovechas para a partir de esta historia y, a partir de recordar toda su trayectoria, de más de 40 años retratando todo un país, tener enganchado al lector a una historia que no sabes si ocurrió o no, si estaba relacionado con el atentado o no. A partir de esta intriga vas pasando páginas y llegas al final

¿Cómo ha sido meterte en la piel de Valentí Fargnoli?

Era un reto porque se sabe muy poco de él. Era un personaje muy anónimo y ha costado mucho seguirle el rastro. Había muy pocos detalles, pero los que había de las personas que antes que yo se habían interesado te permitían ponerte en su piel. Siempre que escribo sobre novela histórica y sobre un personaje que me llama mucho la atención existe ese momento de vértigo al ponerse en su piel. No sabes la forma en la que esa persona hablaba o lo que podía pensar.

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