Marco Missiroli: “Algunos amores alimentan lo que seremos”

Tenerlo todo es una novela sobre las pasiones que nos hacen vivir, sobre amores nunca olvidados y sobre quienes escriben su propio destino. Marco Missiroli nos adentra entre sus páginas con unos diálogos deslumbrantes y capaces de reunir la esencia de de las distintas emociones.
¿Cómo ha sido el trabajo de escritura?
De forma muy natural. Empecé el día del cumpleaños de mi padre, sin saber que ese día iba a empezar una novela. Pero en cuanto escribí la primera frase, supe que había algo que me impulsaba y que tenía valor emocional. Y así escribí una segunda frase, y una tercera. Más o menos media página al día, pero todo era algo muy fuerte para mí.
Esta historia nos lleva por varios procesos como la nostalgia, el duelo anticipado, la tristeza, valentía, ¿cómo ha sido aunar todos ellos?
Un hechizo. Una mezcla que no puedo explicar con precisión. Sólo puedo decir que por primera vez estas emociones, cruciales para mí, bailaron juntas y dieron lugar a una escritura nueva y clásica.
Me gusta mucho la unión que tienen ambos personajes acercándose al baile de sus recuerdos poco a poco
Sí, eso fue fundamental para mí. La prosa también se va calentando a medida que avanzas. Casi como si el libro, en su inicio, dictara las reglas para reconocerse poco a poco: cada página sería un lugar de amor creciente.
Una lectura que nos hace recorrer varios tiempos, del pasado y el presente, ¿cómo ha sido combinarlos?
Soy un poco exigente con la edición y la costura del tiempo. Porque ser capaz de combinar bien nuestros corazones pasados, presentes (y futuros) significa desentrañar la vida. Así que hice un trabajo casi matemático, pero según las matemáticas de los sentimientos.
Además de hacernos vivir con pasión los amores nunca olvidados, ¿hay amores que no se olvidan por mucho que pase el tiempo?
Sí, por desgracia. O afortunadamente. Algunos amores alimentan lo que seremos y otros, además de alimentarnos, nunca se van. Entonces, ¿qué hacer? No basta sólo con recordar, sino que necesitamos un amor silencioso que no sólo se adentre en la nostalgia, sino también en la gratitud por haberlos vivido.
Los personajes están muy bien creados, son potentes y los diálogos que tienen entre ellos llegan a ser estremecedores en alguna ocasión. Cuéntanos cómo fue el proceso de creación
Apegarme a la verdad de las cosas. Tenía que ser verdadero, auténtico, tal y como la vida me mostraba. Los hechos son a menudo autobiográficos, y la prosa tenía que trazar ese sonido de lo real, de lo fiel. Eso era todo. Por primera vez, creo que lo conseguí.
¿Hay algo tuyo en los personajes?
Me atrevería a decir que mucho: casi todo. Si no es mío, de alguien que conozco o he conocido.
Los paisajes que nos muestras, las ambientaciones están descritas de una forma muy delicada y efectiva, ¿buscabas que el lector se adentrara en ellos conforme leía la historia?
No buscaba la identificación, sino la exactitud y que el lector creyera y pactara conmigo: que “creyera” en el sentido de sentirse allí. Que es lo que a menudo pedimos a la literatura.