Gervasio Sánchez: “He conseguido ejercer el periodismo como he querido ejercerlo”
Gervasio Sánchez es uno de los grandes periodistas y fotógrafo especializado en conflictos armados que hay en España. A lo largo de su carrera ha trabajado en diferentes medios de comunicación, aunque usualmente lo ha hecho como periodista independiente. También, ha publicado varios libros, ha realizado diferentes exposiciones y ha recibido numerosos premios, entre los cuales cabe destacar el Premio Nacional de Fotografía en 2009. Uno de los últimos premios que ha recibido se trata del Premio José Antonio Labordeta.
Pregunta.- Hace poco le dieron el Premio José Antonio Labordeta, ¿cómo era su relación con él?
Respuesta.- Coincidí con él en varias ocasiones, aunque, bastante menos de lo que me hubiera gustado. Todavía recuerdo ocasiones en las que me llamaron para estar con él porque amigos que teníamos en común habían organizado una comida, pero una vez estaba en México, la otra en Irak o en Chile. Me da mucha pena no haberlo conocido más de lo que lo conocí. A pesar de ello, creo que estará muy contento de que me hayan dado este premio porque yo creo que él me tenía un gran cariño al igual que yo se lo tenía a él. En todo momento, yo creo que él me vio como una persona que ejercía el periodismo como a él le hubiera gustado ejercerlo si hubiera sido periodista. Por lo cual, no nos conocimos tanto como me hubiera gustado, pero sí que coincidíamos en muchas cosas.
P.- ¿Qué significó para usted el premio?
R.- Fue un honor porque representa a una persona cuyos valores eran básicos para entender como este país ha evolucionado de una dictadura a una democracia, valores que son importantes para que una sociedad se consolide como una sociedad que cree en la libertad y en la democracia. Cuando entró en política le dio lecciones a la mayoría de políticos que acostumbran a dar discursos poco francos, muy hipócritas y cínicos en muchas ocasiones. Sin embargo, Labordeta ejerció la política con mucha sinceridad y podías estar a favor o no de lo que te decía, pero estaba claro que con lo que te decía no te engañaba.
P.- Cuenta con una larga trayectoria periodística a sus espaldas, ¿cómo valora toda la carrera que lleva por delante?
R.- Uno ya va camino de los 60 años y veo pasar los años, las décadas y lo que veo es el camino que ha realizado alguien que siendo muy joven, que tenía 14 años, que quería ser periodista y que quería hacer el periodismo tal y como lo ha desarrollado. Por suerte no me han matado en ninguna de las coberturas que he realizado ni he quedado dramáticamente herido con lo cual hoy día puedo decir que he conseguido llegar a los sitios que quería llegar cuando era muy joven, que he conseguido ejercer el periodismo como he querido ejercerlo con mucha independencia. Cuando uno pasa revista a la vida propia lo único que le queda decir es ¿has hecho o has dicho algo de lo que te arrepientes?, ¿has ejercido en algún momento el periodismo de manera incorrecta?, ¿has mentido?, ¿has manipulado? o ¿por tu culpa han matado a alguien? A estas alturas puedo decir cada noche, cuando me miro al espejo, que todavía no me he tenido que insultar a mí mismo.
P.- ¿Qué es lo que más te ha costado dentro de esta profesión?
R.- Mis peores momentos han sido cuando he tenido que identificar a compañeros asesinados o muertos en zona de conflicto. Personas que hacían el mismo trabajo que yo y que por mala suerte han muerto. En mi caso personal, me ocurrió en mayo del año 2000 cuando emboscaron a varios amigos míos y, entre ellos mataron a Miguel Gil, uno de mis mejores amigos, al que yo tuve que reconocer en la morgue en mitad de la capital de Sierra Leona. Durante el tiempo que estuvo allí el cadáver tuve que ejercer de familiar más cercano porque su familia estaba en España. Otro momento muy duro ha sido tener que ejercer como portador de dos familias. La familia de Javier Espinosa y Ricardo García Vilanova que fueron secuestrados por el ISIS en Siria y durante seis meses el portavoz ante la prensa era yo. No solamente intentaba modular el discurso que había que hacer en cada momento en función de la circunstancia sino que tenía que consolar a la familia más cercana. En el caso de Ricardo a sus padres y en el caso de Javier a sus padres, su pareja y sus hijos. Esos momentos para mí han sido los peores de mi vida. Al final, es verdad que también a lo largo de la vida profesional que llevo tantos años dedicándome al periodismo acabas teniendo una especie de calendario personal con la fecha de la muerte de tus amigos sabiendo que tienes que llamar a viudas y familiares para recordarles que estás con ellos en los momentos más duros.
P.- ¿Qué consejo darías a las nuevas generaciones que quieren entrar en zonas de conflicto?
R.- Nunca he sido muy mitómano. Por suerte nunca entré a trabajar como periodista en forma de conflicto por mitomanía. Yo quería ejercer el periodismo porque consideraba que había que documentar las grandes tragedias oscuras que había en el mundo. Muy jovencito me di cuenta que o intentaba llenar de razones fundamentales mis viajes a las zonas de conflicto o no resistiría nada. Yo no he ido nunca a la guerra por aventura porque es una gran tragedia donde pasa lo peor que le puede ocurrir a un ser humano. Siempre que he ido a estos lugares he tratado de mantener la cordura dentro de una situación de gran impacto emocional en el que acabas perdiendo algo de tu esencia. Con la suma de coberturas algo de ti acaba muriendo para siempre porque a veces ves cosas que son imposibles de contar o vives cosas que no se las puedes contar ni a tus seres más cercanos porque sería como darles claves para que en el siguiente viaje se preocupen más de lo que se preocupan. Acabas formando como una especie de mochila de dolor que tú llevas encima, que es invisible para el resto, pero cuyo peso solamente tú conoces.