Portada » Teatro » "En LA IRA hay escenas que se han recreado a partir de frases reales que han dicho los asesinos"

“En LA IRA hay escenas que se han recreado a partir de frases reales que han dicho los asesinos”

La Ira es una obra que nace del tercer curso de Raquel Pérez Formación Actoral, donde hay que hacer un proyecto de autogestión. Nos sentamos a hablar con Alba Rico, Candela Arestegui y Albino Hernández y nos cuentan que, tras una charla con Bárbara Arroyo, abogada y criminalista, les interesó la idea de interpretar a un psicópata o un asesino. Cuentan que, al ser sensaciones que no han vivido nunca, les apasionó cómo sería el trabajo actoral para llegar a interpretar esos personajes. “El cuerpo lo pidió” afirma Albino. Desde la escuela se propuso a Jose Martret como director y aceptó. A partir de ahí, el primer paso fue buscar casos con los que cada uno pudiese sentir algo de identificación.

¿Qué tiene cada caso para ser elegido y qué tiene que tener para ser desechado?

Alba Rico: En las primeras semanas, cada caso que traíamos nos parecía más fuerte que el anterior y no había ningún tipo de unión entre ellos. Entonces llegó un punto en el que ya nos habíamos pasado el juego y el reto era ver quién traía un caso más extremo. Empezamos a traer cosas que jamás nos habríamos imaginado. Y de los últimos que trajimos, Martret tuvo que desecharlos porque eran ya muy desagradables.

Albino Hernández: La elección dependía de lo que quisiéramos contar. Si hubiéramos querido contar morbo y vísceras, estos casos que desechamos, hubieran entrado, pero no era el caso.

Candela Arestegui: Al principio no sabíamos qué queríamos contar, queríamos indagar en este mundo pero hasta que no empezamos a encontrar cosas en común, no descubrimos que lo que queríamos contar era el origen por el cual estos personajes actúan así, con este mismo patrón. A excepción del personaje de Patrick, que sí había tenido una vida de bien. Este personaje tenía que estar. Era especial y tenía que estar porque había sido el caso de Bárbara y podíamos obtener mucha información y podíamos contarlo muy bien.  

¿La decisión final siempre la tenía Martret o vosotros como grupo?

Alba: Siempre la ha tenido Martret. Hasta una semana antes del estreno, nos ha quitado y cambiado monólogos.

Albino: En el proceso de selección, solía escoger momentos importantes y nos invitaba a  recrearlos a través de la escritura de monólogos en casa o conversaciones inventadas de los personajes con su madre.

Candela: Hay escenas que se han recreado a partir de frases reales que han dicho los asesinos en el juicio. Que una niña de 12 años diga en un juicio que le gusta más comerse el cerebro porque está más dulce, dice mucho de cómo es.

¿La escritura entonces es creación vuestra aunque él luego estructurase las historias?

Alba: Completamente. Martret creó el mosaico. En una sala grande empezó a poner los monólogos en papel en el suelo y los iba componiendo y moviendo como si de un puzle se tratase.

En cuanto a la puesta en escena. ¿Por qué esta elección?

Candela: Desde la escuela se pidió incluir las disciplinas que se habían trabajado en los años de formación, por lo que incluimos también una parte de danza que a su vez servía de respiro para el espectador.

¿Qué es lo que más valoráis de un proceso de creación colectiva?

Alba: En todo lo que yo he trabajado en mi vida, nunca me había desgarrado como en este proyecto. No deja de ser tuyo y de tus compañeros, con los cuales tienes momentos con una debilidad absoluta porque estás exponiéndote. De toda mi trayectoria teatral, puedo decir que este proyecto es el único que me hace dejarme el alma y el cuerpo en cada función.

Candela: Este proyecto me permite tener el poder de que mi personaje crezca lo que yo quiera. Lo siento de verdad como un hijo y nadie es prescindible en este proyecto. Si La Ira se hace, lo tenemos que hacer todos. Y eso no lo sientes con otro proyecto.

Albino: Es un proyecto que nunca dejas. Lo que más valoro es la libertad, la compañía, el trabajar con este director, que nunca habíamos trabajado juntos. Es, además, una dinámica distinta. En este tipo de procesos, te sientes más creativo, no existe esa jerarquía tan pronunciada. Surge esa revelación de grupo de defender lo tuyo, aunque Martret luego tuviera la última palabra.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *