Patricio Pron: “Me alegra ser del tipo de escritor que escribe tanto novelas como cuentos”
Patricio Pron es un gran escritor y crítico argentino. A lo largo de su carrera como escritor ha publicado siete novelas y seis libros de relatos. El último de ellos es Lo que está y no se usa nos fulminará que cuenta una serie de relatos sobre aspectos de la vida cotidiana. Además, de sus publicaciones también escribe en revistas y suplementos de periódicos.
Sus libros han sido traducidos a muchos idiomas como el inglés, francés, alemán, italiano, portugués o chino, entre otros. Además, en 2010 la Revista Granta lo consideró uno de los mejores escritores jóvenes en castellano.
Tras la publicación de su último libro y el éxito que está alcanzando hemos querido hablar con Patricio Pron para que nos cuente más sobre sus relatos.
Pregunta.- Lo que está y no se usa nos fulminará es una frase de un estribillo de Luis Alberto Spinetta. ¿Por qué eligió ese título?
Respuesta.- Es una frase que recordé que me estaba diciendo a mi mismo mientras reunía los relatos del libro. Yo no estaba escribiendo el libro de una forma programada sino más bien de una forma azarosa y durante un periodo de tiempo, finalmente cuando me senté a reunir los cuentos lo hice movido por esta especie de armonía y de consejos que me daba yo a mi mismo a través de la frase de Luis Alberto Spinetta de que esto que estaba allí que no podía ser leído por los lectores iba a fulminarme de una manera extraña sino lo reunía y lo ponía en un libro. Ese fue el origen del título del libro.
Cuando uno escribe un libro, el título adquiere en manos de los lectores y del contexto otro significado distinto. Pensándolo bien este título que era un consejo que yo me daba a mi mismo se ha convertido en algo más general cuando pensamos en el hecho de que para los personajes del libro eso que está y no se usa es el pasado o una segunda oportunidad en el cual sus vidas pudieron tomar otra dirección, no se sabe si mejor, pero sí distinta.
Este exceso de pasado que tienen los personajes y que es una experiencia contemporánea también se vincula de una forma misteriosa con el título del libro.
P.- ¿Por qué decidió escribir cuentos en vez de una novela que tuviera estas características?
R.- Escribo las dos cosas. La mejor decisión acerca del motivo que me llevo a escribir en un momento cuentos y en otro una novela lo da Juan Villoro, escritor mexicano, que dice que “los cuentos y las novelas son remedios para diferentes enfermedades”. Estas cosas funcionan un poco así, uno responde a un estímulo interior que en mi caso ha sido en algunos ciclos fáciles de trazar, quiero decir que de forma involuntaria casi siempre he publicado un libro de cuentos tras la publicación de una novela y tras la publicación de un libro de cuentos publicaba una novela. Esta especie de orden se ha embarrullado recientemente, pero responde a una especie de ciclo natural. Cuando estás escribiendo novelas necesitas por fuerza una constancia y el desarrollo de una rutina que a menudo no tienes y tras la publicación de la novela te sientes obligado a recorrer los sitios en donde esa novela es publicada.
Uno cree que cuando publica un libro, particularmente una novela, va a sacarse de encima una inquietud que tenía, pero si eres medianamente afortunado no solo se ve obligado a ir a esos lugares en donde se lee la novela en España sino que, como en mi caso, tienes que ir a Estados Unidos, Alemania, Italia o Reino Unido donde la novela va a ser publicada.
Al final acabas escribiendo cosas más cortas que te toca escribir en aeropuertos, hoteles o en trenes. De hecho en los relatos hay algunas que tienen lugar en trenes no solo respondo al intento de captar la experiencia contemporánea.
P. Hay personas que consideran el cuento como un género menor frente a la novela, aunque es cierto que los cuentos necesitan un mayor esfuerzo de síntesis. ¿Qué piensa sobre esto?
R.- Ambos tienen distintas características que hacen que la complejidad del cuento no sea menor a la novela. Son complejidades distintas. El autor y el lector necesitan habilidades distintas para escribir y leer una novela. Ambas cosas son muy complejas. Quien se haya puesto en la tarea de escribir un cuento y una novela habrá comprobado que ambos son igual de difíciles.
P.- ¿Con qué estilo se siente más cómo a la hora de escribir?
R.- Las circunstancias son las que me permiten escribir cuentos y novelas. A veces, como en mi caso, ciertas inquietudes acaban convirtiéndose en un ensayo o una novela para niños. El material con el que trabajo exige la forma, ese material me indica con bastante claridad si lo que estoy haciendo es una novela, un libro de relatos incluso, desde el principio. No es una cuestión de comodidad sino del material del que dispongo. Además, me alegra ser del tipo de escritor que escribe tanto novelas como cuentos porque si bien el desdén por un género u otro está muy arraigado incluso hasta el punto que autores como por ejemplo, Jorge Luis Borges que rechazaba la novela.
Creo que en realidad debemos apuntar al hecho de que tanto en la novela como en el cuento de lo que tratamos es de crear una cierta experiencia y que sea compartida por el lector. Esa experiencia puede ser breve como en el caso de los cuentos o más extensa, puede acompañarnos durante un breve momento o durante varios días. Se trata de formas que cumplen funciones distintas y que nos acompañan de formas distintas.
P.- ¿Alguna vez se ha visto en la situación de escribir un relato y que los lectores se hayan quedado con ganas de saber algo más de esa historia?
R.- Sí, incluso con esta última novela. Algunos lectores me dijeron que desearían que la historia de este escritor llamado Patricio Pron continuase en un relato más extenso. Mi invitación es a que el lector continúe la historia como desee y lleve el relato donde quiera.
Yo mismo tengo ganas de ir hacia otro lugar y ese lugar es otra novela distinta a esto. Buena parte de lo narrado en este libro tiene que ver con mi propia vida y contra lo que se dice habitualmente esa vida, yo quiero vivirla más que contarla. De momento no va a haber novela que continúe a estos relatos.
P.- En uno de sus relatos “Salón des refusés” habla de la complicada tarea de ser una figura pública y tener que dar detalles de la vida personal. Lo podemos asimilar con el caso de Elena Ferrante. ¿Es una “obligación” para usted tener que dar detalles de su vida personal o lo lleva bien?
R.- Hay veces que desearía que hubiera una mayor separación entre mis libros y yo. Separación que solo se produce cuando utilizas un seudónimo como ha hecho Elena Ferrante. De hecho hay algo sórdido, inapropiado en la persecución de Elena Ferrante que finalmente ha hecho que conozcamos su nombre real. Para mí como su lector no tiene ninguna importancia y no tengo ningún interés en saber, por ejemplo lo que ha almorzado hoy o ese tipo de cosas. Lo que pasa es que estamos acostumbrados a ese tipo de cosas que confunden y confluyen en una cierta de imagen de autor en las redes sociales. Yo escojo que contar y que no. Lo que escojo contar creo que es aquello que tiene que ver más con mis intereses literarios, con compartir un entusiasmo o establecer un diálogo con el lector y no mi vida privada. Creo que todos debemos de contribuir a un cuestionamiento de esta especie de confusión entre autor y obra.
P.- En su caso ¿hubiera actuado bajo un seudónimo?
R.- Sí, creo que lo hubiera hecho. Tengo el consuelo de que algunas personas creen que mi nombre es un seudónimo. Una vez estaba en una fiesta en Buenos Aires con unos amigos pero había algunas personas que no conocía y cuando se me acercaron me preguntaron cómo me llamaba y yo le dije que me llamaba Patricio Pron. Esa persona con una enorme incredulidad y cierto enfado me dijo que conocía a Patricio Pron y que por supuesto no era yo sino un compañero del colegio de él que utilizaba este nombre para firmar sus libros. Al mismo tiempo del convencimiento tan grande que tenía esta persona, yo me pregunté que llevaba a una persona a adquirir esa identidad. Al margen de ello la confianza y la seguridad con la que me decía que Patricio Pron era su amigo me hizo darle la razón. En lugar de sacarle mi carnet de identidad y mostrarle que era yo, me pareció que ese era el objetivo último que no le perteneciese a uno sino a los demás, que sean ellos quienes decidan quién es o qué es Patricio Pron.
P.- En sus relatos une la inteligencia y el humor reflexivo con una imaginación muy creativa. Por ejemplo, “Oh invierno se benigno” extrae las preguntas de los cuestionarios del visado para entrar en EE.UU y hace una mezcla de humor con crítica. ¿Qué quería mostrar con ello?
R.- Los personajes se ven obligados a contar su vida en este momento a través de formularios. Casi todos nosotros lo hacemos todo el rato cuando tenemos que hacerlo para completar una red social, un formulario para entrar en un país o cuando hacemos una compra electrónica.
La literatura que a mí me interesa apunta a poner en cuestión estas prácticas que llevamos a cabo de forma reflexiva. Por ejemplo, poner en cuestión el hecho que cuando hacemos una compra electrónica se nos exija que digamos si somos hombre o mujer, una pregunta que no solo es inapropiada o no importa a la compra que vamos a realizar, que en mi casa casi siempre es un libro, sino que supone reducir la experiencia de estar vivo sentimentalmente en este momento a una elección binaria, a una dicotomía que no refleja todas las posibilidades de la sexualidad. En este caso, ahora que sabemos y que por fin hemos comprendido que la sexualidad es un continuo y que las identidades sexuales son más identidades fijas, espacios por donde uno transita en un momento u otro de su vida. Esa elección tiene un carácter tan ridículo como la pregunta que se nos hace para ir a Estados Unidos de si pensamos matar al presidente. No somos muy conscientes de ello.
El libro quiere invitar a reflexionar sobre estas cosas que hacemos que como digo o bien empobrecen la experiencia, si la modifican o bien nos obligan a mentir. Si la experiencia es real es mucho más compleja de lo que podemos contar en un formulario.
P.- Me llama la atención que usted en el libro sugiere una banda sonora que complementa la lectura. ¿Por qué decide incluirla?
R.- En primer lugar esa banda sonora existe de forma autónoma al libro aunque muy vinculada con este debido a que yo mismo presto tanta atención a la música como a la literatura. Todo da una gran curiosidad y amor siempre hacia los sitios a los que no he ido eso incluye descubrir bandas, descubrir tendencias musicales, conocer la música de otros países cuya tradición es más desconocida en Occidente, etc. Pero, además, está el hecho de que algunos de los cuentos han surgido de canciones o los propios personajes están escuchando cosas mientras se está contando el cuento y, luego está la cosa que incluso en aquellos relatos en donde no parece haber música si hay la apropiación de una cierta estructura musical que a mí me servía para encontrar la forma de narrar lo que deseaba narrar.
En ese sentido esa banda sonora construye una invitación a reflexionar o pensar en los relatos desde el punto de vista musical o a ampliar la discoteca del lector, también tiene como finalidad dar cuenta de una relación misteriosa entre texto literario y texto musical que profundiza y amplia la experiencia de leer el libro.
P.- Por lo tanto, ¿podemos decir que para usted la música es una inspiración?
R.- Sí, es una inspiración y una experiencia sensible.
P.- Ha recibido diferentes premios, ha estado nominado a otros, sus libros han sido traducidos a muchos idiomas e incluso la Revista Granta lo consideró, en 2010, uno de los 22 mejores escritores jóvenes en castellano. ¿Se imaginaba que iba a lograr este éxito?
R.- Yo vengo de un barrio y un país pobre así que no esperaba absolutamente nada y creo que no esperar nada es la mejor actitud posible en la literatura. Hay cosas que han conseguido mis libros que cumplen con las expectativas que yo tengo para los próximos libros, pero yo no esperaba más que el hecho de ser leído. Creo que es la única aspiración legítima.
P.- ¿Qué libro recomendaría a los lectores?
R.- Se acaba de publicar por Pepitas de calabaza, una editorial de Logroño, un libro que reúne todos los textos de Alfred Jarry, el libro se llama Todo Ubú. El gran personaje que encarna los totalitarismos del siglo XX de forma anticipatoria. Además, es un libro muy divertido. Para mí fue muy influyente cuando lo leí hace muchos años en un momento en que no tuve la posibilidad de leerlo todo junto sino que tuve que ir buscándolo, haciendo exploraciones para leerlo todo junto. Tengo que recomendarlo porque me parece una gran lectura.
Decia Borges que los escritores argentinos “debemos pensar que nuestro patrimonio es el universo; ensayar todos los temas, y no podemos concretarnos a lo argentino para ser argentino”. Me parece que estas palabras te definen como autor. Yo tambien lo creo. En cualquier caso, definen bien el tipo de literatura argentina que me interesa y en el que me gustaria que se inscribiesen mis libros. Al menos especificamente en ese ensayo, y a pesar de algunos otros de sus textos que si incurrian en ello, Borges nos alerta acerca de las contradicciones en las que se incurre cuando se asocia la literatura producido en un territorio con las ideas politicas que abundan en ese territorio, cualesquiera que sean, y esa advertencia todavia parece necesaria. parece haber comprendido ya el engano subyacente a los nacionalismos, y en particular a la asociacion de lengua y territorio, una asociacion que ha cristalizado en un error funcional a la ensenanza de la literatura asi como a su comercializacion, en el marco de la cual se suele vincular al autor con su nacionalidad de origen, pero que no por ser conveniente desde ambos puntos de vista resulta menos cuestionable.